sábado, 4 de mayo de 2013

Divorcio Incausado en el Estado de México


Una ligera reflexión antes de tomar una de las decisiones más importantes en la relación conyugal.

Sin duda alguna, las reformas al código civil del Estado de México que se dieron en el mes de mayo del dos mil doce, abrieron un parteaguas en la forma de hacer justicia en la materia familiar, en lo referente al divorcio.
Este viejo paradigma del planteamiento de discusión en el divorcio necesario, que se sigue aplicando en varios estados de la república mexicana, ha quedado sin efecto en el Estado de México, quizás por la homologación de leyes en la zona metropolitana, o quizás por la cantidad de discusiones generadas por este debate, que implican las culpas en un juicio tan tedioso y que resuelve aparejando discordias entre los cóyuges divorciantes.
Cuantas personas recuerdan aquella fiesta que duró hasta que los tequilas se terminaron en aquel grandioso salón, o hasta que el tiempo contratado evitó que la celebración se prolongara. Los personajes principales; los novios, tan vitoreados esa noche, aquel par, que frente a un altar, se juraron amor eterno, esos dos humanos que frente al oficial del registro civil se dijeron ¡sí, acepto!, tan humanos que soportaron los embates de la celebración, ese acarreo de gente que ocupó los lugares destinados para cada familia, ese zangoloteo que elevó la adrenalina del novio, esa bebida que recorrió el sistema digestivo directamente de un zapato, esa famosa víbora de la mar que como siempre dejó bellos recuerdos, como la caída de la gorda o el flaco que terminó debajo de una mesa, esos recuerdos se quedan en la mente. Esos novios desconocen en ese momento, que en un par de años o quizás dentro de unos diez o veinte años estarán frente a un juez, quien los escuchará y decidirá a quien le asiste el derecho.

Eso es el divorcio, en sentido vulgar.

Es creíble, porque somos humanos demasiado humanos, como lo describiera FEDERICO NIETZSCHE, ese intento del hombre de liberarse de las ataduras del deber, como una primera victoria en el camino de
constituirse hombres libres.

La libertad, tan silenciosa como escandalosa, esa que se esconde en un hogar constituido con cuatro paredes, esa recamara que esconde sumisiones o violencia, esa posada que ata y desgarra, ese horrendo pasaje de años que convierte al hombre, en vil servidor del desencanto. En este sentido apunta la necesidad del hombre de liberarse, es inconcebible querer ser, sin tener esa libertad que tantos anhelan, pero no la buscan. Y los que la encuentran se debaten en una serie de recuerdos que les conlleva hacia una reflexión, un destino atiborrado de sentimientos, un deshielo que esconde un maravilloso paisaje o una destino incierto.

¿Que nos hace buscar la libertad?...


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